Cientos de miles de refugiados provenientes de Siria, Libia, Yemen y otros paises de Africa y Oriente Próximo no paran de llegar a Europa desplazados por el caos y la miseria que se vive en sus lugares de origen a causa de la guerra que Estados Unidos, la Unión Europea y ahora Rusia libran en contra del Estado Islámico. Lamentablemente los refugiados llegan a la Unión Europea con la esperanza de encontrar un alivio para su sufrimiento después de un penoso y largo viaje y se encuentran en muchos casos con medidas restrictivas, el uso de la fuerza policial y vallas que les impiden el paso. Medidas que son duramente aplicadas por países como Hungría, que aunque a nadie le agrade, tendrá sus motivos para actuar como actúa, aunque no distingue entre refugiados e inmigrantes. Tampoco distingue entre hombres que viajan solos y familias con niños.
Los refugiados, que aunque en su mayoría son hombres entre los 24 y los 38 años, también son niños y niñas de de 0 a 12 años que no deberían saber de estas cosas, deberían estar jugando, estudiando o haciendo cosas de niños.
A la par de nuevas medidas implementadas por una Unión Europea indiferente, los records se van batiendo cada día no sólo en cifras, también en imágenes y crudos testimonios de realidades que nosotros en la tranquilidad de nuestra cotidianidad no nos podemos ni imaginar.
Lo único cierto de todo esto es que, mientras la ONU condena las acciones de unos y otros y la Unión Europea busca poner fin a un problema sin solución aparente a la vista, la situación empeora para los refugiados, que mientras tanto siguen luchando para no morir en tierras ajenas ya que lograron sobrevivir a un infierno que nosotros no vemos ni nos mostrarán en las noticias.
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