Han pasado unos cinco años desde el comienzo de las revueltas y la posterior guerra en Siria. Las víctimas son miles de personas que ante nuestros ojos permanecerán siempre en el anonimato.

A veces escuchamos en los medios de comunicación las historias de algunos inmigrantes que la han pasado muy mal en su larga travesía en busca de una vida mejor o por lo menos más segura.

No nos detenemos a pensar que cada historia es única y que la guerra es el motivo que ha llevado a estas personas a emprender este largo y tormentoso viaje. A veces esa importantísima decisión debe ser tomada por un niño que ni siquiera tiene plena conciencia de todo lo que le espera y que sólo es movido por el instinto de supervivencia. Entonces escuchamos a los medios hablar de los entre €6.000 y €11.000 que deben ser pagados por los inmigrantes para llegar a las costas o al territorio europeo y yo me pregunto quién le da el dinero a estos chicos para realizar el viaje.

Luego muchos de ellos llegan a Europa y las cifras oficiales de los menores desaparecidos son escandalosamente altas, hasta 2.014 más de 10.000 (!).

Cuando estos niños pisan tierras europeas, quién los acoge? Si hay tráfico infantil, quién trafica con ellos? Si hay trata de personas, quién los compra? A donde van, pero sobre todo cómo desparecen todos estos niños? Porque lo que es evidente es que se sabe que llegan a este continente, al viejo y "civilizado" mundo.

Hay un antes y un después en todas estas historias y tristemente nos estamos quedando con la percepción de que todos vienen en calidad de buscadores de tesoros, sin tener en cuenta que hombres, mujeres y niños sólo intentan escapar del infierno que se vive desde hace años en sus países de origen y que probablemente muchos de nosotros, en una situación similar haríamos lo mismo.

Mientras todo esto pasa, el continente se va desuniendo cada vez más y los europeos se sienten cada vez más disgustados con sus gobiernos.

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